ALIMENTACIÓN E INFLAMACIÓN

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Anne nutrición

Dietista y nutricionista

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ALIMENTACIÓN E INFLAMACIÓN

¿Existe alguna relación entre la alimentación que un individuo pueda llevar y el estado de inflamación que genera en su organismo?

Sí que existen factores nutricionales que pueden afectar o modular el sistema inmunitario, pero antes quiero explicar lo que ocurre en el organismo de individuos con obesidad, para entender la gran importancia que cobra la alimentación en estos casos y de manera preventiva.

La obesidad, caracterizada por un exceso de grasa corporal, es una enfermedad crónica multifactorial, con gran repercusión sobre la morbilidad y la mortalidad del individuo.

El TEJIDO ADIPOSO, presenta una sobreexpresión de determinadas proteínas procoagulantes, una mayor liberación de AG libres y glicerol, así como la producción y secreción de adipoquinas (leptinas, TNF, IL-6), caracterizadas por su efecto proinflamatorio a nivel local o incluso sistémico.

Estas ADIPOQUINAS son capaces por una parte, de regular el metabolismo de los carbohidratos y de las grasas, y por otra, determinar ciertas alteraciones metabólicas propias de la obesidad. Lo que explica un mayor riesgo que tiene un paciente obeso a presentar resistencia a la insulina, DM 2, HTA y dislipemia aterógena. -> Todas estas comorbilidades explicarían el mayor riesgo de arterosclerosis y enfermedad CV que tienen los pacientes obesos.

Varios estudios sugieren un papel antiinflamatorio del consumo de determinados alimentos, así como un patrón alimentario adecuado puede ser de gran importancia como parte del TTO, influyendo en la expresión y secreción de estos biomarcadores, lo que afecta al estado inflamatorio.

Varios estudios han evidenciado una relación entre la sobreexpresión de ciertas adipoquinas por el tejido adiposo de pacientes obesos y ciertas enfermedades metabólicas propias de esta condición.

  • Individuos con obesidad o DM2 presentan concentraciones plasmáticas de TNF > individuos sanos en normopeso.

Este incremento continuado de secreción y liberación de adipoquinas a la circulación -> Desencadena la cascada inflamatorio sistémica, aumentando el riesgo de aparición de comorbilidades metabólicas y con ello el riesgo de eventos CV.

Además de la modificación de las concentraciones de adipoquinas, en el proceso inflamatorio crónico y de bajo grado relacionado con la obesidad y el síndrome metabólico también destaca el aumento de las concentraciones de MARCADORES INFLAMATORIOS (proteína C reactiva: PCR, selectinas, moléculas de adhesión). -> Relevantes en el aumento del riesgo de ECV.

¿Entonces se puede decir que existe una estrecha relación entre el tejido adiposo o exceso de grasa y la inflamación?

Sí, claramente. Además del papel mencionado anteriormente, el tejido adiposo también parece tener una ACTIVIDAD FAGOCITARIA y MICROBICIDA. Que esto se debe al contenido celular presente en el tejido adiposo blanco: adipocitos, preadipocitos, fibroblastos, células endoteliales y macrófagos.

En la obesidad existe una HIPERTROFIA e HIPERPLASIA de los adipocitos maduros. Este efecto es parcialmente reversible.

  • Así una pérdida ponderal se asociaría a una disminución del tamaño de los adipocitos, una reducción de la infiltración por macrógafos del tejido, una disminución en la producción y secreción de adipocitoquinas y de otras substancias que reclutan macrófagos. -> Mejoría de los marcadores sistémicos de inflamación.

¿Y cómo podemos modular la respuesta inflamatoria?

La inflamación, puede ser inducida por una infección o herida, o también por una exposición crónica a algún factor proinflamatorio, como sería el caso de una dieta poco saludable.

La modulación de la inflamación podría tener una importancia capital en la prevención y TTO de estas condiciones.

En la actualidad tenemos suficientes evidencias respecto al posible papel que tiene determinados nutrientes o alimentos en modular la inflamación. Algunos nutrientes tienen capacidad antiinflamatoria, mientras que otros son proinflamatorios. Es por tanto de vital importancia conocer cuáles son los nutrientes capaces de modular la inflamación y en qué cantidad se deben administrar para la prevención y TTO de la obesidad y sus comorbilidades. Sin embargo, para muchos nutrientes y alimentos el beneficio o la relación directa no están claros, así como tampoco las dosis exactas a las que ocurre el beneficio.

Hablando de una manera más global, teniendo en cuenta que la ingesta calórica y la distribución de los macronutrientes en una alimentación habitual tienen un papel fundamental en el balance energético y el control del peso corporal, será de vital importancia establecer una estrategia dietética como TTO de la obesidad y sus complicaciones con una restricción calórica.

La restricción de energía per se puede ser antiinflamatoria a través de sirtuinas, que se activan en momentos de suministro limitado de energía mejorando la eficiencia metabólica y disminuyendo la respuesta inflamatoria por inhibición de NF-κB.

Centrándonos en los distintos macronutrientes que componen nuestra dieta habitual, se ha podido ver que la ingesta moderada en CH, junto con el consumo de alimentos ricos en fibra(destaca el efecto de mejor control del peso corporal y el perfil glucémico, así como una mejora del perfil lipídico, que influye en la producción de citoquinas y otros marcadores inflamatorios), podría tener un efecto beneficioso en el estado metabólico e inflamatorio de individuos obesos y diabéticos, mientras la ingesta abundante de este macronutriente parece favorecer la expresión de los biomarcadores inflamatorios.

En cuanto a la proteína, es el macronutriente con mayor efecto termogénico, y además, el contenido proteínico de la dieta puede aumentar la saciedad y reducir la ingesta calórica.

La ingesta de ácidos grasos saturados (AGS) y ácidos grasos trans podrían estar involucrados en el desarrollo de un proceso proinflamatorio, favoreciendo un perfil lipídico aterogénico, aumentando el riesgo de DM2 y ECV por mecanismos proinflamatorios.

En cambio, la sustitución de los AGS por los ácidos grasos monoinsaturados (AGMI) tiene un efecto beneficioso en el perfil lipídico, con una reducción de las concentraciones de colesterol-LDL y Triglicéridos (TG), manteniendo altas las concentraciones de colesterol-HDL, y tiene un importante papel en la prevención de la arteriosclerosis. Estos AGMI se encuentra principalmente en el aceite de oliva, los frutos secos, semillas y pescados azules. Además, estos AGMI muy conocidos como ALA, EPA y DHA, se ha visto que reducen la producción de prostaglandinas y leucotrienos proinflamatorios.

EN RESUMEN,

Por todos los factores anteriormente citados, una dieta tipo Mediterráneo, (caracterizado por un alto consumo de AOVE, frutos secos, F/V, pescado y cereales integrales y un consumo bajo de carne y ácidos grasos trans) tendría un papel protector frente a patologías como la obesidad y sus comorbilidades, el síndrome metabólico y la enfermedad CV, porque puede ser beneficioso en la modulación de la respuesta inmunitaria. Esto tiene especial importancia en los individuos con exageradas respuestas inmunitarias como en alergias alimentarias, enfermedades inflamatorias crónicas y enfermedades autoinmunes. Es posible que el papel de la nutrición en procesos inflamatorios tenga más impacto en la prevención que en la resolución de la condición. La nutrición puede hacer más robusta la respuesta de control homeostático y reducir el riesgo de respuestas agudas exageradas o de que se conviertan en crónicas, haciéndolas más fuertes y ampliando la capacidad de responder ante bacterias, virus, alérgenos, toxinas, daño físico a tejidos, entre otros.

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